En un ataque de frivolidad y egocentrismo nos hemos dado cuenta que a veces nos hacemos dramas del primer mundo que no vienen a cuento pero que no podemos dejar de hacerlos. Por suerte no son problemas de vida o muerte, y sabemos que hay muchas personas que no los considerarían siquiera problemas, pero nosotras, ¡sí! Amantes de la moda, reinas del drama, nos encontramos ante 10 problemas del primer mundo fashionista que nos llegan a desesperar. ¿Te sientes identificada con alguno?
Problemas del primer mundo fashionista
- Ir tan contenta de compras y encontrar los zapatos, el pantalón o el vestido de tus sueños (con el precio rebajado), pero que no quede tu talla. ¡Oh, Dios mío!…este contratiempo, aunque frustrante, también abre la puerta a la creatividad y la perseverancia. ¡Es tu momento! aprovecha para navegar por las webs de segunda mano, los perfiles de influencers que siempre dan pistas de dónde, cómo y cuándo poder encontrar esa prenda o coméntalo con tus amigas y así podéis trabajar en equipo y organizar la Búsqueda de la Prenda Perdida y hacer feliz a una amiga. Otro tip (que no diremos si lo hamos hecho, pero es bastante posible) comprar una talla más y llevarlo a ajustar a tu medida. Con zapatos no vale, pero ya tienes una solución para prendas de ropa.
2. Cuando no te da tiempo maquillarte en casa y cualquier sitio es bueno. Con el ritmo que llevamos, a veces la vida nos presenta escenarios en los que el reloj se convierte en nuestro enemigo, y la necesidad de desplegar nuestros talentos de maquillaje se cruza con la falta de tiempo en casa. En estos momentos, cualquier lugar se convierte en nuestro improvisado tocador, ya sea el coche, el baño de la oficina o incluso el transporte público mientras usas el móvil de espejo y el señor de enfrente te observa, suponemos que con ganas de aprender.
Pero como ante todo optimistas, aunque el tiempo apremie, cada pincelada se convierte en un acto de destreza, y estos momentos de belleza exprés añaden intriga y emoción a nuestra vida diaria, demostrando que la moda y la belleza siempre tienen su momento para toda fashionista.
3. Tropezar o caer en público el día en el que estrenas tus nuevos zapatos. Los tacones altos, aunque nos dan un toque de elegancia, a veces conspiran para desafiar nuestra habilidad innata de caminar con gracia y llevarlos se convierte en un reto. Sobre todo si vas con prisa.
El choque entre la euforia de lucir un par de zapatos nuevos y la posibilidad de tropezar o caerse agrega un toque de drama inesperado a nuestra incursión estilística, y eso es algo a lo que no estamos dispuestas a renunciar.
4. Tener el armario lleno de ropa y NADA que ponerte. ¡Qué típico! Esta situación aparentemente contradictoria revela la complejidad de las decisiones diarias de cómo combinar nuestras prendas con estilo y estando cómodas y seguras a la vez.
Aunque el problema pueda parecer trivial, es muy común y todas las aquí presentes lo hemos vivido – y lo viviremos. En este caso destacar que la moda no solo es cuestión de cantidad, sino de encontrar la expresión auténtica de una misma en cada elección. Es probable que cuanto más afín a tu estilo personal sean tus prendas, menos indecisión tengas a la hora de vestirte. Seguir las tendencias nos encanta, pero nunca olvides adaptarlas a tu propio estilo.
5. Hacerte un selfie un millón de veces y al final decidir no subir ninguna foto al Instagram porque no te gusta como sales. La búsqueda de la iluminación adecuada, la pose ideal y la expresión facial perfecta puede convertirse en una especie de odisea digital. A pesar de los numerosos intentos, la sensación de insatisfacción persiste, y la decisión final de no compartir ninguna foto se convierte en una declaración sobre la importancia de la autenticidad en medio de la perfección digital.
Este dilema, aunque específico de la era de las redes sociales, resuena con la presión constante de presentar una imagen perfecta en las redes y nos invita a reflexionar sobre la autenticidad, la autoaceptación y la necesidad de encontrar belleza en la imperfección. ¡Ojo con esto! Viva la naturalidad.
6. Ese momento en el que la raya de un ojo te sale perfecta, pero en el otro lado pareces Amy Winehouse… Lo peor de todo es que tienes que volver a empezar de cero.
La alegría momentánea de lograr un ojo perfecto impecable se desvanece cuando el esfuerzo por replicar la hazaña en el otro ojo resulta en un manchurrón digno de oso panda. Este frustrante episodio, vivido varias veces por muchas de nosotras, se convierte en un entrenamiento no deseado para hacernos el eyeliner como auténticas profesionales del make-up.
7. Salir con el pelo impecable de casa, que de repente empiece a llover ¡Y no tienes paraguas!
Este giro inesperado de los acontecimientos pone a prueba la resistencia de tu peinado y, al mismo tiempo, despierta la lucha interna entre la estética y la pragmática de cómo volver a arreglarlo si el estropicio es supremo. ¡Amiga! no tenemos la solución más práctica pero te recomendamos llevar siempre una goma de pelo para hacer este problema menos complicado.
Y es que este problema del primer mundo fashionista nos recuerda la importancia de la adaptabilidad y la capacidad de encontrar belleza en situaciones imprevistas. A veces, las lluvias inesperadas de la vida nos brindan la oportunidad de mostrar nuestra verdadera elegancia, ¿por qué no?
8. Quedar con alguien especial y darte cuenta de que llevas la peor ropa interior que tienes. La elección de la ropa interior puede pasar desapercibida en la rutina diaria, pero cuando te encuentras con alguien especial, se convierte en un detalle que adquiere relevancia inmediata.
El descubrimiento de que llevas la peor opción disponible puede generar una mezcla de incomodidad y deseo repentino de retroceder en el tiempo para reconsiderar tu elección. De repente te viene a la cabeza esa típica frase de abuela que recomienda ir siempre con ropa interior decente por que…¡nunca se sabe! Pues nada, no tenemos solución, solo que a partir de ahora pienses en que es hora de renovar tu armario de ropa interior, por lo que pueda pasar.
9. Estrenar unas medias y que se rompan justo al ponértelas. Lo primero es pensar en el dinero perdido. ¿No os parece que el gasto en medias es el más absurdo del invierno? La ilusión de la perfección se quiebra literalmente cuando las medias, que prometían añadir un toque elegante a tu look, se rompen en el proceso de ponerlas. Este dilema estilístico nos recuerda que la moda, aunque a menudo glamourosa, también puede estar plagada de pequeños obstáculos que desafían nuestra habilidad para mantener la compostura.
10. Bajar al supermercado con tus peores pintas un día de resaca y encontrarte a todo el mundo. Este escenario, más común de lo que nos gustaría reconocer como fieles seguidoras de las tendencias de moda, despierta una serie de emociones que van desde la autoconciencia hasta la esperanza de pasar desapercibida en medio de los pasillos de la leche.
Las peores pintas, combinadas con el cansancio de una resaca, pueden convertir tu día en un horror. La esperanza de no encontrarse con nadie conocido se desvanece rápidamente cuando te cruzas con amigos, vecinos o compañeros de trabajo. Estos encuentros inesperados nos llevan a reflexionar sobre la fina línea entre la comodidad personal y la presentación pública como un homeless.
Pero como somos naturales y auténticas, este dilema nos recuerda que la verdadera elegancia a veces reside en la autenticidad y en abrazar nuestras imperfecciones con gracia.
¿Qué os han parecido estos pequeños problemas del primer mundo? ¿Te sientes identificada? Aquellos momentos en los que en un segundo parece que tu vida es horrible y empiezas a desesperarte, recuerda que a todas nos ha pasado algo parecido y no hay nada mejor que recordarlas con buen humor.
El Attelier Magazine