Los pantalones campana, los slip dress y el estampado escocés son el ejemplo de como las tendencias del pasado se hacen un hueco en la moda del presente. El corsé es la última de ellas.
Marcando la historia y la figura femenina
Como un icono de la época victoriana, el corsé se usaba en sus inicios como una prenda interior para marcar la figura de la mujer, ciñiendo y comprimiendo la zona del abdómen y realzando sus curvas y pecho mientras aportaba firmeza y forma el torso, creando lo que entonces se consideraba una figura femenina perfecta. Una silueta marcada, rígida y (valga la redundancia) encorsetada, que impedía bailar, hacer ejercicio y, a veces, hasta respirar. Cuando médicos y rumores empezaron a exponer los peligros del corsé para la anatomía humana, las empresas no tuvieron más remedio que reformular la prenda por completo para hacerla llevable. Los corsés perdieron rigidez, elastizándose de forma que siguieran marcando el cuerpo femenino sin causarle ningún daño. Una vez seguros, los corsés se popularizaron como el “new style”, una prenda diaria que toda mujer que quisiera verse bien llevaba. Al menos hasta 1920.
Tras la Primera Guerra Mundial y con una mujer más rebelde y liberada, las jóvenes comenzaron a ver el corsé como esa prenda restrictiva y poco saludable que pertenecía al antiguo régimen de sus madres y abuelas. Diseñadores como Poiret y Coco Chanel decidieron eliminarlo, junto con su incomodidad y opresión, del armario de la mujer. Los felices 20’s y su nuevo estilo de vivir y de vestir ganaron la batalla a los corsés y la rectitud a favor de la comodidad, la movilidad y liberalización. Al menos durante unos años. La crisis bélica de los años 30 impulsó a las mujeres hacia prendas utilitarias y prácticas, sin adornos ni forma. Fue cuestión de tiempo que la nostalgia por las extravagantes siluetas victorianas y la influencia de las extremadamente femeninas estrellas de Hollywood inundaran los recuerdos y deseos de las mujeres. Deseos que Christian Dior cumpliría con el New Look.
Una silueta hiperfemenina, con énfasis en la forma reloj de arena: Caderas y pechos prominentes y cintura diminuta. Los 50’s abrieron de nuevo un hueco en la moda para el corsé que, ya deshuesado, acentuaba y contenía la figura como una prenda interior. Con la llegada de 1960 y la segunda ola de feminismo, las mujeres se deshicieron de las prendas interiores, priorizando la dieta, el ejercicio y una silueta natural. El corsé, como se concebía hasta entonces, desapareció. Hasta los 70s, que lo trajeron de vuelta como una prenda exterior. Impulsada por la cultura punk, la ropa interior comenzó a usarse como ropa exterior como símbolo de rebelión y perversidad sexual; y eso, incluía al corsé. En la sociedad y en la moda, lo que antes no se podía ver, ahora se veía.
Y entonces llegó la matriarca de la moda punk. Una Vivienne Westwood de finales de los 80’s comenzó a diseñar corsés de Alta Costura marcando su vuelta oficial a la moda, un renacimiento al que contribuiría Jean Paul Gaultier. Su filtraje a la industria de la moda, sería cuestión de tiempo. Givenchy, Alexander McQueen, Thierry Mugler…. Tras un par de décadas y un breve regreso en los 2000 en su forma más adornada (que ahora revive) el corsé en la moda es hoy algo distinto a lo que se concebía en sus inicios. Hoy, el corsé es una opción de estilo.
La mujer se rinde al corsé (una vez más)
Hoy ya son muchas las firmas y personalidades de la industria que han caído rendidas ante los encantos del corsé, rescatando y situando el corsé como una nueva tendencia rescatada del pasado. La primera, Bella Hadid en 2018, con un Mugler personalizado que sería el primero de muchos corsés de la modelo. Tras ella, incontables celebridades y después el resto del mundo. Desde la moda cotidiana, hasta las más glamurosas alfombras rojas y desde su uso esporádico a la predilección más devota.
Aunque simplemente parece otra prenda sometida al ciclo de tendencias, la vuelta del corsé no es capricho vacío. Al igual que sucedió en 1920 y 1940, la crisis sanitaria y social de 2020 propició esa búsqueda de fantasías escapistas idílicas que desembocaron en la cultura del cottagecore o el regencycore, estéticas inspiradas en siluetas históricas que traían de vuelta el corsé. El resto lo hicieron Los Bridgerton, TikTok y Bella Hadid.
¿Opresión o empoderamiento?
Por su papel en el pasado y la funcionalidad a la que se destinó, el corsé se ha relacionado durante mucho tiempo con la opresión femenina (social y física). Sin embargo, conociendo su historia y evolución puede entenderse que el corsé de hoy, no es como el de hace 100 años. Al fin y al cabo ¿no es el contexto sociocultural el que define a la moda y no al revés? En un contexto actual de liberalización y reivindicación femenina, el corsé, como los tacones o el maquillaje, pasan de ser una imposición opresora a una elección propia libre y una reivindicación de la feminidad, sexualidad y libertad femeninas.
Si su supresión en los años 20 significó una liberación, su vuelta hoy, es otra y, como en los 70’s, 80’s y 90’s, el corsé es una declaración de estilo, empoderamiento y libertad. La misma Madonna, paradigma del feminismo, enfundó su cuerpo durante su gira Blond Ambition en un corsé elaborado por el icono de la moda reivindicativa y sexual Jean Paul Gaultier. Juntos, mandaron un mensaje: el corsé era un símbolo de empoderamiento sexual femenino, marcando el principio de muchos para la cantante y la maison francesa. El diseñador francés colocó el corsé como una de las prendas estrella en sus colecciones para crear a una mujer sensual y femenina. En la actualidad, sigue siendo una de sus señas de identidad. Suya y, hoy, de muchas mujeres.
“El corsé se convierte en un símbolo de liberalización sexual” – Madonna, 1990
El Attelier Magazine