El primer disco del cantante madrileño, Bonita, es un canto a toda una vida llena de melodías, experimentación e historia.
Uno de los dichos más arraigados de nuestra sociedad es aquel que jura que el primer amor nunca se olvida. Verdadero o falso, y a pesar de que la que escribe estas líneas ha desmentido en más de una conversación dicha afirmación, en el caso de artistas como el madrileño Rodrigo Jaén, más conocido como Dodi, la pasión por la música late tan fuerte como el primer día. «Nací en los 80, cuando la música no era tan democrática como ahora y había que ser muy melómano para escucharla. Tuve suerte de que mi padre lo era y crecí con referentes como Sabina, Séptimo Sello o Burning»
Ya en la década de los noventa, un walkman alimentado con los casetes piratas comprados en el rastro y el regalo de una guitarra al mismo tiempo que también la recibía su mejor amigo Arturo -con el que comparte escenario en la banda The Wals– fueron el empujón necesario para comenzar a componer. «Empezamos a descubrir música juntos. Hacíamos sobre todo punk-rock porque no teníamos ni idea de cantar o tocar y era el estilo que más se nos ajustaba. Era algo para nosotros y nuestros amigos, una forma de expresarnos en plena edad del pavo» nos explica.
La cuarentena, según nos cuenta, ha sido un punto de inflexión en su vida personal y profesional. «Mi 2019 acabó mal por la pérdida de un ser querido y precisamente el encierro fue una especie de revelación para mí. En mi disco, Bonita, hablo de todas las cosas buenas de mi vida cotidiana. Trata, de manera casi cronológica, de mis raíces, las etapas de transición que he vivido y las personas que se han ido y han llegado. La vida es corta e injusta, y hay que dedicarse a hacer felices a los demás».
Al preguntarle por lo primero que pensó una vez terminado todo el trabajo musical y físico —pues él es el diseñador tras el concepto visual—, nos asegura entre risas que se prometió a sí mismo no volver a sacar otro.
«Es un proceso en el que comienzas muy fuerte, lleno de euforia, pero que tiene momentos duros de bajón y crisis creativas. Es un trabajo que requiere mucha dedicación. Es casi como un hijo. Solo cuando metes en la coctelera el hecho de que haya gente que lo escucha y a la que le hace sentir cosas, es cuando te sientes realmente realizado. Eso no tiene precio y es lo que anima a continuar, sin eso, nadie lo haría».
«No hace falta tener una gran empresa detrás para que un artista triunfe, pero hay que ser consciente de que es un terreno muy difícil»
No es ningún secreto que contar con el respaldo de una gran compañía detrás es una ventaja incomparable a nivel de promoción y difusión.
No obstante, las redes han cambiado el paradigma de la música hasta tal punto que muchos artistas han saltado a la fama gracias a ellas. «Transformé mi cuenta personal de Instagram, me planifiqué el plan de marketing y comencé a generar un buen nivel de engagement de manera orgánica en tres meses. Es un trabajo de constancia. He sido como una gota malaya, dando la brasa, intentando moverme constantemente. No hace falta tener una gran empresa detrás para que un artista triunfe, pero hay que ser consciente de que es un terreno muy difícil» asegura.
Con un rap fresco lleno de toques de chill summer y ritmos líricos, Bonita es un canto a toda una vida llena de melodías, experimentación e historia. «No tengo intención de quedarme haciendo lo mismo nunca».
«Dentro de todos los géneros musicales, el rap es el que me da la opción de contar más cosas en una canción, pero quiero avanzar también hacia instrumentales más melódicas e incluir y mezclar otros estilos. Ya no pasa nada porque alguien rapee entonando, y esa es mi idea para el año que viene» sentencia al preguntarle por su futuro más próximo».
Por Marina Asins
El Attelier Magazine
Artículo publicado en el nº0 de la revista El Attelier Magazine
