Las pasarelas pueden verse como un sueño para muchas jóvenes que buscan entrar en el mundo de la actuación. Sin embargo, desde Hollywood, se dedican a crear ídolos en masa, a costa de la salud y el bienestar. Las maquillan y disfrazan para que parezcan mayores y atractivas para la audiencia, en una cultura tóxica de sobreexplotación y sexualización prematura. La moda por su parte, trata de convertir a estas niñas en una especie de producto manufacturado, descuidando por completo su desarrollo emocional.
Millie Bobby Brown: de “Stranger Things” a “even stranger situations”
Este problema ha afectado a muchas niñas y jóvenes actrices de la industria del entretenimiento a lo largo de los años. Lindsey Lohan, Britney Spears, Miley Cyrus, Millie Bobby Brown… Todas ellas comparten una niñez de atención excesiva y críticas en torno a su apariencia y comportamiento.
En el caso de Millie, su imagen de chica misteriosa en la popular serie “Stranger Things” la catapultó a la fama mundial a la temprana edad de 12 años. A medida que ganaba popularidad, la moda comenzó a llamar a su puerta y pronto se convirtió en el rostro de muchas marcas de moda, incluyendo Calvin Klein y Moncler. Sin embargo, la forma en que se le retrata en estas campañas ha sido a menudo inapropiada.
Puede que te vengan algunas fotografías a la mente, como la sesión de fotos de Millie para Interview en 2017, o la revista W Magazine en 2019. Fueron una clara muestra de este fenómeno.
La joven actriz protagonista de la serie dirigida a un público infantil, fue objeto de una sesión en la que se la presentó en una imagen sugerente y adulta. La ropa que imitaba a un icono de los 60, el maquillaje pesado y las joyas llamativas acentuaban la imagen que se quería dar de ella como una figura sensual, cubriéndola de arquitectura y ornamento para tratar de ocultar su edad real.
Y no fue esto lo más terrorífico, sino que además, esta misma revista, incluyó el nombre de la niña entre otras trece personalidades bajo el titular “Por qué la televisión es más sexy que nunca”. “Sexy”, unido a “niña de 13 años”… ¿Puede haber algo más terrible? Los medios y la industria la estaban convirtiendo en un objeto de deseo, normalizando la demanda de cuerpos jóvenes y haciéndonos vivir una especie de pesadilla como la Lolita de Nabokov.
Y esta incómoda situación continúa. En un podcast, la actriz aseguró que unos fans le mostraron un foro que contenía una cuenta atrás para su 18 cumpleaños. Y esto no es algo reciente, lleva pasando años. Algo similar le pasó a Natalie Portman con un programa de su radio local. La actriz solo tenía 12 años cuando fue descubierta como actriz revelación en su papel para la exitosa película “León: el profesional”.
De niña prodigio a jueguete roto
Lindsay Lohan fue la pelirroja de Mean Girls que conquistó nuestros corazones dosmileros. Apareció en pantalla por primera vez con la obra de arte “Tú a Londres y yo a California”. Era brillante, era talentosa, divertida, adorable… era Hallie y era Annie. No mientas, lectora, tú también creías que eran dos. Era increíble cómo a tan temprana edad, podía hacer un trabajo tan minucioso.
Con los años, la fuerte presión de los focos y los excesos a los que le sometieron de forma prematura, la acabaron trastornando hasta convertirla en el “escándalo de Hollywood”. Así es la industria, utilizan a las jóvenes estrellas como títeres, movidos a su antojo hasta que no les sirven más, y luego se escandalizan de lo que ha dicho el muñeco, como Jose Luis Moreno.
La fama precoz y la exposición constante a los medios de comunicación pueden tener consecuencias graves para la salud mental y emocional de los jóvenes actores y actrices. En el caso de Lindsey, su vida personal se convirtió en un espectáculo público constante, lo que la llevó a desarrollar problemas de ansiedad, depresión y adicciones.
Además, se desarrolló muy rápido, lo que la convirtió en el punto de mira, y centro de todas las críticas. Todo el mundo opinaba sobre su cuerpo y su talla, sometiendola a una presión constante por mantener su imagen y la talla 0, algo propio de las tendencias insanas del 2000.
Todo esto la llevó a tomar decisiones equivocadas, como participar en proyectos de dudosa calidad o adentrarse en la vida nocturna y las fiestas. La industria le castigó muchísimo por tener una vida complicada. Sin embargo, luego vemos a otros actores masculinos, como Robert Downey Junior, con historias similares a los cuales se les ha dado una segunda oportunidad más rápido. Parece que de nuevo existe una doble vara de medir para las mujeres. Finalmente, pese a los reveses de la vida, Lindsay ha conseguido volver a las pantallas y a la estabilidad emocional y hemos podemos ver títulos suyos en Netflix como “Falling for Christmas”.
Aunque la sobreexposición y la sexualización prematura de las jóvenes actrices sigue siendo una preocupación en la industria del entretenimiento, queremos cerrar el artículo con una conclusión esperanzadora. Muchas actrices han hablado en contra de esta práctica y han luchado por el derecho a una exposición natural y equilibrada de la infancia. Además, movimientos sociales como #MeToo han creado conciencia sobre la necesidad de proteger a las jóvenes en la industria del entretenimiento. Así que, ¡vamos en el rumbo correcto!