Te sientas en el sofá, coges una revista –o navegas por internet- y te encuentras con el escritorio de tus sueños. ¿No te entran ganas de tener algo que hacer solo con mirarlo? Existen estudios que demuestran la importancia del entorno de estudio o trabajo a la hora de mejorar la capacidad de concentración, eficiencia y productividad. Diseñar un espacio que se adecúe a nuestras necesidades no solo hará más amenas las horas invertidas en él, sino que incluso incrementará nuestro rendimiento.
Las claves del escritorio perfecto
Invierte en salud y compra una buena silla
No importa si tienes dieciséis años, veintidós o cuarenta y cinco, tu espalda agradecerá que prestes especial atención a este punto. Si tenemos en cuenta que –por norma general- las sillas de institutos, universidades y despachos dejan mucho que desear, es fundamental que en casa contemos con un buen soporte. Sabiendo que de lunes a viernes pasamos una media de ocho horas diarias (o más) sentados frente al escritorio, nuestro trono debe ser el punto de mayor interés a la hora de diseñar el espacio.
Lo más aconsejable es que se trate de una silla cuya altura sea regulable, sobre todo si nos movemos del ordenador al papel con frecuencia. El acolchado debe ser de calidad y tener una consistencia intermedia para que no resulte ni muy duro, ni muy blando. Aprendamos la lección de Ricitos de Oro. El respaldo debe adaptarse a nuestra espalda casi como una segunda columna vertebral, y mejor si cuenta con reposabrazos (aunque esto depende del gusto personal).
Una iluminación de película
Al mirar pantallas constantemente exponemos a nuestros ojos a constantes cambios de luz. Es por esto que una buena iluminación es fundamental a la hora de mitigar esos contrastes entre los dispositivos electrónicos y el mundo analógico. Lo mejor es optar por una fuente natural que llene la estancia. No obstante, esto no siempre es posible. Si necesitamos una ayuda extra para acondicionar nuestro rincón, lo mejor es optar por lámparas de calidad que ofrezcan una luz uniforme. Las tonalidades más cálidas son perfectas para reducir el efecto azulado.
También hay que tener en cuenta que, además de la iluminación ambiental, muchas veces necesitamos una fuente focalizada, sobre todo si trabajamos con documento, apuntes o libros. En cuanto a la disposición, lo ideal es iluminar bien la zona del ordenador para evitar reflejos y apuntar los focos siempre desde los costados o desde arriba, evitando generar sombras.
Un poquito de verde, por favor
Si vives en la ciudad, ¿no echas de menos un poco de naturaleza de vez en cuando? Técnicas como el Forest Bathing (Shinrin yoku en japonés) aseguran que rodearse de plantas reduce el estrés, impulsa el sistema inmunológico y mejora el estado de ánimo. No es de extrañar, por tanto, que lo interioristas sean tan aficionados a incluir estos pequeños toques de vegetación en los despachos de sus clientes. Intenta adoptar esta práctica y hazte con alguna planta decorativa que te guste. Y si no eres muy hábil en el mundo de la jardinería, siempre puedes optar por implementar pequeños cactus todoterreno.
¿Y la mesa?
Ya hemos hablado sobre la importancia de la silla pero, ¿qué pasa con la mesa? La pieza más grande (y normalmente cara) de nuestro estudio es el escritorio. Si tienes la suerte de contar con un presupuesto holgado, quizá quieras invertir en una pieza de alta gama y/o a medida que dure toda la vida. No obstante, y para bolsillos más ajustados, nómadas de alquiler y futuros inciertos, hoy en día existen alternativas económicas de calidad. Sea cual sea tu caso, hay que tener en cuenta aspectos como el tamaño disponible en la habitación, nuestras necesidades de diseño y la comodidad de su disposición.
Si bien hace unos años se puso de moda el minimalismo más puro (¿quién no vio en su Instagram el DIY de tablero y patas al estilo caballete?), hay que ser realistas y admitir que la falta de cajones y espacio de almacenamiento es una gran desventaja de esta corriente. Nuestro consejo es apostar siempre por contar con -al menos- tres o cuatro cajones amplios. Si aun así sigues prefiriendo mesas sencillas, deberás reservar otro mueble o espacio destinado a guardar todo tus papeles y material de papelería.
Decora tu escritorio
Seguramente esta sea la parte más divertida y fácil a la hora de obtener el espacio que tanto deseas. Muchas veces nos obcecamos en lo poco que nos gustan o favorecen los muebles que tenemos en casa. Sobre todo cuando hay padres, caseros y gastos que nos impiden cambiarlos. Pero como dice la canción, Ain’t no mountain high enough. Nada en insalvable, trabaja con lo que tienes a tu disposición. Prueba a cambiar tu viejo lapicero por uno mucho más agradable a la vista, cuelga un par de cuadros en la pared y añade algún que otro toque de color que aporte luz y alegría. Si cuentas con un espacio pequeño, los objetos con doble función (decoración + utilidad) son la clave.
¡Fuera los trastos!
El desorden no es solo un gran problema estético, sino que aumenta la desidia, el agotamiento y los niveles de estrés. Por no hablar de cómo nos afecta a la concentración. Aunque en ocasiones no nos quede otro remedio que inundarnos de documentos, apuntes y libros, muchas veces ese caos puede evitarse reacomodando los elementos que tenemos encima de la mesa. Con este pequeño gesto eliminarás distracciones innecesarias y focalizarás tu atención en la tarea que realmente estés realizando.
Con estos sencillos pasos podrás conseguir (¡por fin!) un escritorio que te ayude a mitigar las horas de estudio o trabajo. Recuerda que no es todo o nada, puedes ir implementando estos trucos poco a poco a medida que lo necesites. Ya verás como tu rendimiento mejora notablemente. Seguro que tu jefe o profesor nos lo agradecerá.
El Attelier Magazine