Puede que sus nombres no te suenen, pero cambiaron el mundo. Acostumbradas a escuchar los nombres de tantos inventores, investigadores y científicos masculinos, a veces nos preguntamos ¿dónde queda la mujer en la ciencia?
La ciencia a menudo se considera un campo dominado por los hombres. De hecho, según datos de Naciones Unidas, menos del 30% de los investigadores científicos en todo el mundo son mujeres.
Un problema que empieza en las escuelas. Y es que, como no dejan de evidenciar los datos, las mujeres, desde una edad temprana, ya experimentan un desánimo o desinterés por ingresar en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Según el Pew Research Center, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en ingeniería, informática y ciencias físicas.
¿Los motivos? Simple. ¿Cuántas científicas célebres conocías antes de acabar el instituto? Exacto. La formación educativa (y social) está casi íntegramente orientada a enseñar y ensalzar los logros masculinos, sobre todo, en el ámbito de las ciencias. Si bien han sido muchos los hitos de los hombres en la ciencia, también lo han sido los de las mujeres, pero eso probablemente no lo sabías. Pero que nadie hable de ello, no significa que no haya ocurrido.
A pesar de los desafíos de la discriminación de género y la falta de reconocimiento en la comunidad científica, innumerables mujeres inspiradoras en estos campos han hecho contribuciones históricas a la ciencia y han ayudado a mejorar la comprensión del mundo que nos rodea. Muchos no fueron reconocidos en su propia vida, pero sus logros han ayudado a las generaciones futuras de científicas.
Un pequeño paso para la mujer, un gran paso para la humanidad
Marie Curie y sus contribuciones a la radiactividad. María Mayer y su Premio Nobel por sugerir el modelo de capa nuclear del núcleo atómico. Rosalind Franklin y su trabajo sobre las estructuras moleculares del carbón y el grafito y la difracción de rayos X. Barbara McClintock y su Premio Nobel por el descubrimiento de la transposición genética. O el de Rita Levi-Montalcini por el descubrimiento del factor de crecimiento nervioso (NGF). Rachel Carson, cuyo trabajo en bióloga marina revolucionó el movimiento ambiental mundial. Hedy Lamarr y su primera versión del espectro ensanchado que permitiría las comunicaciones inalámbricas de largas distancias. Y la lista sigue. Físicas, químicas, científicas, citogenéticas, biofísicas, neurólogas, farmacológicas, biólogas, inventoras… y mujeres.
Pero la contribución de la mujer a la ciencia, no es cosa del pasado. Hoy, cientos de miles de mujeres aportan su trabajo al campo de los estudios científicos y la investigación. Frances Arnold trabaja para crear sistemas biológicos útiles como las enzimas, rutas metabólicas, circuitos de regulación genética y organismos. Carol Widney, Elizabeth Helen, Cynthia Kenyon, Margarita Salas y Emmanuelle Charpentier son referentes mundiales en biología, bioquímica y moleculares con importantes contribuciones a los estudios del ADN. Los trabajos de Lisa Randall en el campo de la física de partículas y la cosmología sobre la supersimetría (teoría de la unificación e inflación cósmica) la han convertido en la física teórica más citada de los últimos años. O May-Britt Moser, que es una de las científicas más importantes de la neurocientífica y psicóloga noruega gracias a su descubrimiento de las células que conforman un sistema de posicionamiento en el cerebro.
Todas ellas, son Premio Nobel. Estas ocho mujeres (y las que no aparecen aquí, pero os animo a buscar) son un vestigio de cómo la mujer y la ciencia, juntas, pueden lograr grandes cosas. El chaleco antibalas, el Wi-Fi, el lavavajillas, el vidrio transparente, el libro electrónico, las bengalas, las jeringas, la calculadora gráfica, fármacos contra la leucemia… Todo ello, existe hoy, gracias a mujeres. ¿Motivador, verdad? Ojalá no hubiera tenido que esperar a hacer este artículo para aprenderlo.
El cristal que no deja ver
Techo de cristal:
“El conjunto de normas no escritas al interior de las organizaciones que dificulta a las mujeres tener acceso a los puestos de alta dirección”.
Ya sea por cuestiones de sueldo o de perjuicios resultantes en su subestimación, la presencia y escalada de la mujer en el campo de la ciencia se sigue viendo aún hoy limitada. Una barrera invisible se yergue sobre las cabezas de las mujeres, incluso de las que más preparadas y dispuestas están para usarlas por el mundo. El carácter irónico de semejante limitación, tras un carácter de invisibilidad, lleva a la frustración de muchas mujeres en su carrera científica y hasta incluso en sus estudios anteriores. Limitar a la mujer en su formación, contribución y crecimiento en el mundo de las ciencias es una barrera para ellas, pero también para el mundo, que no verá los avances e inventos que una mujer pudo idear en su mente antes de descubrir que estaría limitada siempre. El día que el mundo comprenda esto, se habrá hecho uno de los mayores descubrimientos en la ciencia: la mujer.
El Attelier Magazine