Es “la camisa” de las camisas. La camisa blanca ha evolucionado y se ha reinventado durante siglos para convertirse en un básico atemporal y todo un must-have de cualquier mujer (y hombre) y su origen se remonta, nada mas y nada menos, que al año 1500 a.C.
Historia de la camisa blanca
En Egipto fue donde apareció por primera vez lo más parecido a lo que hoy concebimos como camisa. Una prenda de vestir de lino delgado con una abertura para pasar la cabeza que recibía el nombre de kalasiris. Pieza a la que, posteriormente, en el Imperio Romano, se le agregarían mangas, pasando a conocerse como túnica manicata.
En un principio las camisas se consideraban una prenda de ropa interior, se ponían como una camiseta y se ocultaban bajo las vestimentas, pudiendo dejar ver únicamente el cuello de la misma. Su función principal era la de proteger la piel y mantener limpia la indumentaria exterior.
Las camisas tal y como la conocemos ahora, datan de principios del Siglo XX, pero a finales del XIX se registró en Inglaterra la primera camisa abotonada de arriba abajo. Durante el S.XIX y principios del XX los únicos que llevaban camisa eran los aristócratas y la gente de buena posición que podían permitirse económicamente lavarla a menudo y tenerla siempre limpia. Como lo único que se veía eran los cuellos, se popularizarían los cuellos postizos a forma de trampantojo para aparentar mayor estatus.
En la actualidad, los cánones de la moda, belleza y estatus social han cambiado, perimitiéndonos encontrar innumerables modelos, formas y estilos de camisas blancas en cualquier tienda de ropa. Aunque sigue siendo una prenda básica y clásica que sólo varía por el tamaño de los cuellos o la forma, sigue siendo una prenda elegante a la vez que funcional. Y es que una camisa blanca se puede utilizar en cualquier ocasión: en el trabajo, en clase, en el cine, en un restaurante, una cita, saliendo a tomar una copa, paseando con amigas, e incluso en una boda. Porque se trata de una prenda que siempre seguirá en nuestro armario y que en cualquier momento puede sacarnos de algún apuro.
¿Sabías que las camisas de las mujeres se abrochan de diferente manera que la de los hombres? Estas últimas se abrochan de izquierda a derecha y las camisas femeninas se abrochan de derecha a izquierda. Eso se debe a que, antes, los hombres podrían desabrocharse la camisa con la izquierda mientras sostenían la espada con la derecha. Mientras que la mujer solía sostener al niño en brazos con la izquierda y desabotonar su camisa con la derecha.
Una camisa, miles de estilos
Una camisa blanca es un complemento básico que no puede faltar en tu armario. Y no solo lo decimos nosotras, lo dicen las especialista en armario cápsula y fondo de armario. Es LA prenda más versátil. La podemos utilizar tanto para looks casuales como formales, de noche de día, y por supuesto, no conoce de temporadas. Cuando decimos que son miles los estilos que se pueden crear con esta camisa, juramos que no exageramos (o sí, bueno, “miles” suena bien). Pero, te preparamos esta selección de nuestras combinaciones favoritas y tú dirás si no es más que suficiente. Y hay más, pero te dejamos espacio para que desarrolles tu propia creatividad. Seguro conseguirás el outfit de camisa blanca más original.
- Formal y cómodo: el look perfecto para la oficina. Lucirás profesional y estarás cómoda a la vez. Un clásico sería combinar tu camisa blanca con un pantalón de color neutro.
- Con jeans y zapatillas: la respuesta al “no sé qué ponerme”. Lucirás casual y relajada.
- Como vestido: siempre y cuando tenga un largo adecuado, una camisa puede funcionar como un vestido. Si quieres marcar tu silueta, con un cinturón lo conseguirás.
- Abierta: atrévete a hacer lo contrario a lo clásico y desabrocha los botones Y si no te sientes cómoda mostrando tanta piel, puedes combinarlo con un pantalón tiro alto.
En definitiva, la camisa blanca se posiciona como un must en cualquier fondo de armario, con infinitas posibilidades y mucho estilo, como a nosotras nos gusta.
El Attelier Magazine